(Tonecho)
Soledad
"Contradictorio, pero cierto, por eso jode. Cuando más solo
me siento es cuando estoy acompañado, amiga mía.
Dicen de mí que soy un lobo (...o un perro, depende de la
simpatía que me tengan) solitario ¡La hostia! qué capacidad de observación ¿Por
qué estoy siempre sólo? me preguntas. Mira; Los amigos son como los reyes
magos, no existen (son los padres, y no siempre) La familia no cuenta, no la elegimos, nos toca
en suerte o en desgracia, y pareja, verás, tengo un serio problema con el
compromiso (nos llevamos mal) Para tener compañeros de trabajo habría que
trabajar, y ese un precio muy alto para, a cambio, aguantar charlas estúpidas.
¿Qué más queda? No me entiendo ni con mi sombra (…por eso salgo de noche), y la
gente, por lo general, o me aburre o me molesta (¿por qué nacemos con lengua?).
Gracias que esta noche hablo con alguien, y es porque estás tú, si no lo haría
sólo (hablar)
Así pues, mis necesidades de relación son impertinentemente
limitadas. Camareros y poco más. Pero mi organismo, al revés que mi cerebro, es
normal, y tiene la molesta función de desarrollar algunas sustancias raras que
inducen a ciertos comportamientos más raros aún. La adrenalina la llevo bien,
por ejemplo (…la bajo con whisky). La dopamina la controlo (…o ella a mi)
solito (…y si no, llamo a un camello de guardia). Pero hay algo que se me
escapa de las manos (…bueno, de las manos, a veces), que es la puta testosterona
(…hasta el nombre asusta).
Es entonces cuando surge esa imperiosa necesidad de acercarme al sexo opuesto (…cuanto
más cerca, mejor). Disfruto, cierto, de su/tu compañía; inteligencia, encanto,
sensibilidad y valor. Todas esas virtudes de las que el hombre anda cojo,
suelen actuar como bálsamo en mi costra. Eso, sumado a otros agrados (…más físicos),
me empuja (…nos empuja) a la cama, y una vez allí, cuna de sueños y altar de
despertares, comienza la danza del deseo; mil veces repetida pero siempre imprevisible,
misteriosa…casi mística
Tras el sudor, los
besos, los latidos y jadeos, bordamos el final…y es ahí, en el fuego del
irremediable “Do de pecho” retardado, cuando tocas lo más intenso y mágico de
la relación humana, segundos antes de
caer, impotente (…nunca mejor dicho), en el sentimiento más profundo de
absoluta soledad. Paradójica y dura sensación. Al rato, te miro y estas aquí,
conmigo, separados por una sabana…tan lejos.
¿Echamos otro polvo? Hoy me siento sociable. Vaya, te has
dormido. No me extraña."