sábado, 19 de mayo de 2012

Tienes razón







                         Escucha amigo ¿me oyes? Acércate al papel un poco más; soy yo.Casi puedo ver tu cara en este momento. Lastima que nuestra relación, aún conociéndonos perfectamente, no sea física. Ésta camina entre el recuerdo, la imaginación y el sentimiento, con una alta dosis de sueños y deseos frustrados. Tan solo nos separa un traslucido papel, pero me conoces bien ¿Quién podría sino estar rellenando este espacio en blanco desde el otro lado, ese que tú no ves? Soy yo, el de siempre ¿Cómo presentarme? Tengo tantos nombres. Me has dado tantas identidades. ¿En cuantos entornos y situaciones habré estado? Ah, si yo  te contara las crisis existenciales que tuve en un principio; pero eso fue hace tiempo, después me acostumbré y asumí este rol de prolongación de tu carácter; del fruto de tus sueños e inquietudes.

                        A veces soy producto de tus miedos, querido autor, otras, las menos, de tus magnificas locuras. No te lo reprocho, es más, te entiendo, o eso intento.
A decir verdad, me sorprendes. Jamás se qué me tienes deparado. Un inexplicable suicidio, un asesinato fortuito; de vez en cuando soy un loco, o un simple desesperado sin final. De tu mano conozco todas las edades. Cambio de sexo con gran facilidad, de raza e incluso de especie. Me has hecho vivir buenas y malas situaciones. Conozco el amor y el desamor de igual manera. Puedo sudar, llorar o reír como un idiota. Incluso romper la baraja de repente, cuando rozas la esencia de tu anhelo más oculto y me imprimes un carácter superior.
Cierto; gracias por mi agitada pero intensa vida. Por tantas muertes y resurrecciones, por los momentos, por los recuerdos de mi que a veces grabas en la memoria de quien te lee y me acompaña en mi aventura o desventura.

                     A ti tampoco te va mal, supongo. Mientras rellenas folios tu mente se despeja, tus sueños toman vida y el alma queda limpia, o al menos relajada. Soy tu desahogo.
En paz estamos, pero una cosa si te pido, te ruego, te exijo: No permito tu apatía.
Si me has dado vida, creador, no te relajes ni acomodes, no te dejes morir. Recuerda que no eres el único que teme el papel blanco. Más motivos tengo yo, te lo aseguro.
 Dependo de ti, de tu inspiración, de tu moral, de tu esfuerzo. Crear, amigo, también es compromiso.

¿Has visto que manera de expresarme utilizo por momentos? Se me debe haber pegado tu pretenciosa manera de escribir.

                   Una última cosa; deja ya de quejarte de tu Dios, no lo maldigas; en cierto modo sois iguales. Por cierto, escribe tú el titulo.