Ojos de plata y piel de arena. La mestiza Maria suspira aliviada, mientras toma asiento en el avión. Lo ha conseguido, en principio. Las autoridades aduaneras no se percataron del pasaporte falso, y salió ya de Colombia como española, aunque es de Medellín. Por sus rasgos morenos y su cuerpo menudo, parece andaluza; con el pelo negro, de caracolas, recogido en un hermoso moño.
En su vientre abultado viaja la esperanza; ella lo acaricia cuidadosa, mientras mira por la ventana a su pasado. Se despide de su tierra, del hambre, de las guerrillas y los secuestros; del infierno de un país con múltiples guerras encubiertas.
Los amigos que le prepararon el viaje le dijeron;
- “Paisa”, con este pasaje va usted a Madrid…o al cielo. Suerte.
Si, Madrid, Europa; esperanza y paz. Allí la esperan más amigos y su esposo, para empezar de nuevo a vivir. Tan sólo falta entrar.
Aunque Maria no ha volado nunca, va tranquila. Los ojos cerrados, sin dormir, pero soñando. Quizás sea ésta la primera vez en su vida que piensa en el futuro, y no en el presente; Atrás queda la agobiante vida del día a día.
De pronto, una turbulencia de varios metros de caída la sobresalta. Nota un asfixiante nudo en el estomago, y cómo el corazón que se agita. Ha sido un minuto, no pasa nada. El avión continúa su vuelo normalmente, y Maria cierra de nuevo los ojos.
El tiempo transcurre placido, viaje tranquilo; pocas veces estuvo tan relajada en su vida, quizás de niña, no se acuerda. Maria quiere abrir sus ojos de nuevo, pero no puede… ¿Qué ocurre?; no tiene fuerzas. Intenta hablar, pero de su carnosa boca solamente sale un hilo de sangre, que se hace mayor y no para de fluir. Un intenso dolor le recorre todo el cuerpo, mientras se ahoga lentamente, sin poder gritar. Nadie se entera.
Al aterrizar, Maria esta muerta. Uno de los paquetes mal cerrado reventó en su vientre durante la turbulencia. Medio kilo de cocaína pura la destrozo por dentro. Con su corazón, paro el dolor, la esperanza, y el futuro.
Sus amigos se lo dijeron; o Madrid, o cielo. Tocó cielo, en la triste lotería del destino.