miércoles, 23 de marzo de 2022

Lluvia

 

(Tonecho)



                                                  Adoro la lluvia. Las razones son varias, a cual mejor. Una es ver cómo se mojan los gilipollas (los que no lo son también, pero algo es algo). Otra es que pasa desapercibida está manía mía de ir siempre despeinado, pues detesto el peine y el espejo; no soporto  ver mi aspecto reflejado en un cristal impertinentemente sincero, recordándome la necesidad de afeitarme, y que aún encima está al revés (ya sabéis, la izquierda es la derecha y a la inversa, como la vida misma). Me conforta además que el día, al ser gris, va al compás de mi carácter tan alegre, y las nubes, compasivas, dan un aspecto romántico al brillo etílico de mi mirar.

El ir sorteando charcos al andar retrasa el camino, y eso para mí, que lo que me sobra es tiempo, es divertido. Imaginaos a un tipo medio borracho (nunca me acabo de llenar) dando ridículos saltitos por la acera, pisando charcos aún más grandes que los que pretende evitar y maldiciendo de vez en cuando; soy yo.

 

Así hasta llegar al bar donde, con un café con chorro, observas a tu amiga tratando de secar la mojadura que seguramente acaba de mandar a la mierda media hora de maquillaje y alisado capilar. La pregunta es inevitable ¿se le habrán mojado también las bragas?  Es delicioso convencer a esta mujer lo bella que está en este momento, con el rostro húmedo y el cabello goteante, limpia de la publicitada imposición de ser mujer ante los ojos del consumo.

- Todos somos guapos cuando llueve, amiga (casi todos) Viéndote así, empapada, me invade la sed. No sé si tomarme un whisky o secarte como los gatos. Me encanta el sabor a piel (si hay sal en los pliegues, mejor). Optaré, con tu permiso, por ambas cosas. En mi casa hay whisky, y la lengua la llevo puesta (no siempre, pero hoy si). Cierto, me he puesto cachondo.

Pero cuidado, pues también es cierto que todos recordamos a alguien cuando llueve. Se ponen bohemias las miradas, la memoria se detiene, el tiempo retrocede y el deseo es lo único que nos puede salvar. Escapemos, no hay tiempo que perder. No te seques más, y salgamos a nadar.