Agarrado al volante del coche, sin más paisaje que el auto
que me precede, observo, intentando mantener la poca calma que me queda. Empiezo a sudar. No es el calor, tengo el aire acondicionado puesto, con su monótono
run-run. Es la angustia. La angustia de la insoportable quietud. Llevamos
parados mucho tiempo, avanzando cada diez minutos poco más de tres metros.
El atasco parece no tener fin.
Mis nervios flojean, dejando paso al inevitable instinto.
Éste me empuja a salir.
Como en una ciega reacción temperamental, sin pensar, con la
adrenalina a flor de piel, bajo del coche y me subo a su techo. Oteo el horizonte y no veo más
que una inerte masa de vehículos encendidos, parados, expectantes; prácticamente
moribundos.
Esta nueva óptica me empuja a caminar. Lo hago sobre los coches,
saltando de techo a capó y de capó a techo, rápido y hacia delante. Mientras
avanzo, los demás conductores me insultan y me gritan. No es por pisar sus
coches. No, eso es la excusa. En realidad me insultan por avanzar, por salirme
de la norma del atasco. Tampoco yo camino por desesperación, ni por agobio. Eso
fue al principio, en las primeras zancadas. Ahora que llevo un buen trecho
recorrido es la curiosidad la que me mueve.
Me llama la atención que bajo mis pies dejo atrás todo tipo
de vehículos. Viejos, lujosos, familiares, deportivos; pero todos tienen algo
en común; están parados.En un atasco, como en la muerte, todos somos iguales.
Al fondo, algo empieza a cambiar. Una inmensa y densa niebla
me impide ver más allá.
Despacio, muy despacio, continúo. No veo absolutamente nada.
Oigo ruido de golpes, y algún lejano grito que se pierde. Paro en seco y me agacho,
agudizando mi vista al máximo. Lo que descubro me petrifica. Muy cerca de mi
esta el final del atasco, y el motivo de éste.
Un gran cráter de varios kilómetros de profundidad se abre
en la tierra, y por él van cayendo, inevitablemente, todos los coches que
despacio y a ciegas se acercan. Sin tiempo para ver, ni para pensar; tan solo
para gritar.
18 comentarios:
Impresionante documento, oiga!!! Me ha encantado cómo describes esa desesperación por el atasco (que sufro muy habitualmente). Pensaré en el final la próxima vez y me acordaré de este genial texto.
Por cierto, que he abierto otro blog con una temática diferente.
Aquí te lo dejo para que leas cuando quieras-puedas. Un abrazo.
http://subconsciencias.blogspot.com.es/
Gran reflexión, nunca había percibido un atasco como tú lo has hecho, amigo Castelo. Excelente, un abrazo.
Yo no veo el atasco, veo la valentía de alguien que rompe normas y se rebela ¡eso me ha encantado!!!
Besos Caste... qué bueno volver a leerte.
La angustia que el personaje vive y que el escritor, tú, trasmite con maestría al lector.
Te felicito por este texto.
Gracias por tus palabras en mi blog
Saludos
Estoy pensando... estoy visualizando aún la escena... Tremendo este texto, amigo, es habitual en tus letras romper con lo establecido, pero no recuerdo que lo hicieras alguna vez con este tono surrealista, casi de película de hollywood.
Curiosa la comparación del atasco y la muerte. Todos somos iguales, nadie es más que nadie, quizá si tengamos más o menos, pero somos vidas igualmente.
Ese tío es un fresco, de los que se te cuelan en la cola de la taquilla.
¿No puede esperar a caer al cráter como todos los demás?
jajaja
Ahora en serio.
Una muy interesante reflexión sobre el comportamiento humano (en el atasco y el origen del atasco en sí).
Genial, como siempre, amigo.
Un gran abrazo.
Habitualmente tus relatos son como pequeños cortometrajes. Con éste (tan gráfico y original) has hecho un thriler (o como se escriba) digno de ser llevado a la pantalla, tú.
Desesperación... curiosidad... osadía... y suerte, oye. Porque se libró de caer en el abismo.
Besillos admirativos.
Y sí... ahora a demostrar que no soy un robot... si soy capaz de descifrar la palabreja. :P
Joe! los pelos como escarpias se me han puesto(como diría un profesor mío)
Por cierto, si te veo un día saltando por encima del techo de mi coche, yo te insultaría por pisar mi coche y no porque estuvieses avanzando eh! ¡¡que es eso de ir pisando el techo de los coches hombreee!!
Un abrazo Caste.
No se que pega tengo yo con la gente de España...sinceramente! jeje...
Te dejo un caluido saludo...
Premonitorio,sin duda, desolador,sin duda,tuyo,sin duda.
Pues al final parece que has descubierto el gran secreto: al final del camino sólo existe un profundo abismo por donde todos, que al final somos iguales, vamos cayendo sin remisión.
Comparándolo con la muerte aún salimos perdiendo, porque aún parece mucho más terrible ¿no?
un relato angustiante, y brillante, Castelo, pero a eso ya nos tienes acostumbrados.
...traigo
ecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
CUANTO CUENTO CASTELO
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC SIÉNTEME DE CRIADAS Y SEÑORAS, FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA,JEAN EYRE , TOQUE DE CANELA, STAR WARS,
José
Ramón...
Hola Castelo, parece como si no dejara de leerte, sigues escribiendo de película, es un placer volver a leerte y me alegra mucho paisano, que sigas escribiendo así de bien.
Un fuerte abrazo.
Genial, Antonio. ¡Qué rato de angustia más rico! Sólo tu pluma es capaz de originarlo.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Paso a agradecer ysaludar, Castelo.
Ya podré volver con calma.
Abrazos
¿Dónde te metes, Castelillo?
Ándome preocupada yo... y deseando leer algo nuevo.
Besín.
Mi querido pastelillo, poco a poco iré leyendo lo que vaya pudiendo.
Me ha encantado el relato.
Un beso!!!!
¡Excelente, Caste! La fuerza de cada frase es una red que te envuelve y te arrastra directo hacia ese cráter alucinante. ¡Qué gusto leer este cuento!
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