lunes, 27 de diciembre de 2010

Lluvia

Lluvia


La muchacha cierra sus enormes ojos ante la inminente tromba que se avecina.
Si, necesita concentrarse. Va a llover, por fin, en esa pequeña ciudad del desierto, donde nunca ocurre nada.

“…ya comienza, oigo a la gente gritar, alborozada. Me oprime el corazón, debido a esta  espera, angustiosa y densa. ¡Llueve ya! Solo es lluvia, eso creo ¿por qué temo?...si, noto como golpea mi cabeza, y mi rostro, pero siento dolor… ¿y si abro los ojos?..No, debo sentirla así, yo la invoqué, y mía es…fruto de mi amor y mis deseos, de buscar lo imposible, quizás…no lo se, pero ya llueve
.
El agua me resbala por la frente, esta caliente, y al llegar a mi boca sabe a sal. Si, sabe a sangre, pero es agua, y fluye abundante por mi pelo…la gente grita más…me agobio, este intenso sabor  se puede hasta oler, por abundante ¿será sangre, lo que llueve?…creo que me mareo…que dolor…necesito ver y no puedo… ¡ya, por favor, que cese la lluvia…!”

La joven se desvanece, con la cara morada y enrojecida, debido a los golpes. La multitud, antes enfervorizada, guarda silencio ahora, mientras el marido, el dueño, el ofendido, se acerca a ella con una piedra de gran tamaño.

Allí queda, enterrada hasta la cabeza, con el cráneo destrozado, la adultera Yasmina. Sus paisanos, sus vecinos, sus familiares, después de escupir, se retiran lentamente a sus hogares.

Se ha hecho justicia, y ha dejado de llover.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La adultera Yasmina...
Ah, bueno, claro, que el asesinato no es nada. Ni seguro, un juicio ilegal...
Un texto que no deja indiferente, pues como Yasmina de seguro mueren varias al cabo del día.

Manuel dijo...

Efectivamente, como bien dices, eso ocurre en esa pequeña ciudad del desierto, donde nunca ocurre nada.

Y cuando sucede, en el resto del mundo, sus quejas solo duran dos dias. Después es olvidada como tantas cosas.

Buen relato, Castelo.

Un abrazo.

Des dijo...

Has dado vida a ese momento previo de la muerte más cruel con las alas de la imaginación para superar el dolor y el miedo. Es lo mejor que (de momento) he leído tuyo, me has hecho llorar por Yasmina y porque en este relato descubro un Castelo que va más allá de las palabras.