lunes, 27 de diciembre de 2010

Cena de navidad



Silvia esta nerviosa. A pesar de la edad, se mueve con especial soltura esa noche. Mientras coloca la vajilla en el salón, controla a la vez el tiempo que el pavo lleva en el horno, para que este en su punto. Dorado por fuera y jugoso por dentro, como a ellos les gusta.


 Los detalles requieren más paciencia. Ahí esta Miguel, que mientras se atusa pensativo su bigote cano, elige los vinos. Blanco rueda para abrir boca con los entrantes, y un rioja no muy añejo para el pavo, no vaya a ser que mate el sabor si tiene mucho cuerpo. Los licores de los postres ya están escogidos y fuera del mueble bar y el cava, de San Sadurni da noia, por supuesto, refrescándose en hielo, nunca en la nevera.


Miguel es metódico y tranquilo, tirando a frío, pero un leve brillo en sus ojos delatan que también para él es especial esa cena.


Mientras Silvia pone los cubiertos, sus miradas se cruzan por un instante. Tan solo se sonríen, sin hablar, en un claro mensaje de transmitirse calma. Calma y cariño.


Ella sigue con lo suyo, silenciosa y casi ausente. Piensa en sus chicos. Tanto tiempo sin verlos. Raúl debe seguir igual, hecho un golfo. Pero es tan bueno, que como no quererle. Además, en el trabajo le aprecian, y ya le dijo por teléfono que anda con una nueva chica, más en serio. Y Paula. ¡Hay, su Paula! Que noticia el otro día, cuando le contó que lo habían conseguido. Parece ser que esta vez al fin quedó embarazada. Imagínate. Ella, abuela con cincuenta años.


El impertinente timbre de la puerta rompe bruscamente sus imágenes, y el corazón, sobresaltado, la saca de su ensimismamiento.

- Ya están aquí, Silvia. Date prisa, yo bajo a abrir.

La mujer se coloca rápidamente el pelo y estira su falda con la palma de las manos. Ya se oyen las voces subir por la escalera. La puerta se abre, y entra la señora, seguida de su esposo;


- Bueno, ya estamos aquí. Buenas noches Silvia. A ver…huy, que buena pinta tiene todo. Pasar, chicos, la cena esta servida. Gracias, Silvia, puede retirarse. Ah, y feliz navidad.


Miguel observa a Silvia, mientras comen en la cocina. La conoce bien, y sabe de sobra que la nostalgia la tortura especialmente esa noche. Haciendo un esfuerzo, inicia conversación;

- Dime, Silvia ¿Hablaste hoy con tus hijos?

- No, Miguel, no pude. Vera, mañana los llamo, es mas barato, que es fiesta.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Diferencias sociales que las fiestas marcan más... uno de esos relatos sorprendentes y nostálgicos.

Manuel dijo...

Extraordinario relato. Muy bien presentado y con un gusto agrio en su desenlace. Tremenda historia, Castelo.

Seria reflexión.

Un abrazo.

Des dijo...

Esa mirada tuya tan ...amiga, tan cercana, tan que parece que puedes llegar a abrazar a Silvia leyendo tu relato.
Escribes bien.