sábado, 12 de febrero de 2011

El viaje de Maria



                           Ojos de plata y piel de arena. La mestiza Maria suspira aliviada, mientras toma asiento en el avión. Lo ha conseguido, en principio. Las autoridades aduaneras no se percataron del pasaporte falso, y salió ya de Colombia como española, aunque es de Medellín. Por sus rasgos morenos y su cuerpo menudo, parece andaluza; con el pelo negro, de caracolas, recogido en un hermoso moño.



             En su vientre abultado viaja la esperanza; ella lo acaricia cuidadosa, mientras mira por la ventana a su pasado. Se despide de su tierra, del hambre, de las guerrillas y los secuestros; del infierno de un país con múltiples guerras encubiertas.


Los amigos que le prepararon el viaje le dijeron;


- “Paisa”, con este pasaje va usted a Madrid…o al cielo. Suerte.


                  Si, Madrid, Europa; esperanza y paz. Allí la esperan más amigos y su esposo, para empezar de nuevo a vivir. Tan sólo falta entrar.


                 Aunque Maria no ha volado nunca, va tranquila. Los ojos cerrados, sin dormir, pero soñando. Quizás sea ésta la primera vez en su vida que piensa en el futuro, y no en el presente; Atrás queda la agobiante vida del día a día.

                 De pronto, una turbulencia de varios metros de caída la sobresalta. Nota un asfixiante nudo en el estomago, y cómo el corazón que se agita. Ha sido un minuto, no pasa nada. El avión continúa su vuelo normalmente, y Maria cierra de nuevo los ojos.


                 El tiempo transcurre placido, viaje tranquilo; pocas veces estuvo tan relajada en su vida, quizás de niña, no se acuerda. Maria quiere abrir sus ojos de nuevo, pero no puede… ¿Qué ocurre?; no tiene fuerzas. Intenta hablar, pero de su carnosa boca solamente sale un hilo de sangre, que se hace mayor y no para de fluir. Un intenso dolor le recorre todo el cuerpo, mientras se ahoga lentamente, sin poder gritar. Nadie se entera.


                  Al aterrizar, Maria esta muerta. Uno de los paquetes mal cerrado reventó en su vientre durante la turbulencia. Medio kilo de cocaína pura la destrozo por dentro. Con su corazón, paro el dolor, la esperanza, y el futuro.


Sus amigos se lo dijeron; o Madrid, o cielo. Tocó cielo, en la triste lotería del destino.



4 comentarios:

YOLITA dijo...

Describiste una realidad latente y triste...pero las personas no toman conciencia de esta situación y siguen por el afán de conseguir un futuro màs promisorio, un camino equivocado...la prisiòn..la prisiòn de alma y cuerpo...se siembra dolor y se recoge la muerte.
Antonio buen relato, pero me gustarìa que alguna vez visitaras mi pais y conocieras la belleza de sus paisajes, la diversidad de flora y fauna, la amabilidad de su gente..que contemplaras el ocaso del sol, el despuntar del alba, en fin la variedad cultural y la idiosicrasia colombiana.
Mi paìs te abre las puertas y a todo aquel que quiera conocer su otra cara...y porsupuesto yo te abro las mias....jejejejej

Gracias por tus letras y de alguna forma por crear conciencia de todo aquel que las lea.

Gracias por existir

Un abrazo supercolombiano compañero de letras y de sentimeintos

cuantocuento,castelo dijo...

Gracias, Yolita. Se que es cierto lo que dices, tengo algun amigo colombiano aqui, en España, que me hablan de su pais. Gente excelente, trabajadora y honesta. Si escribi este cuento es precisamente, desde la rabia que me produce que se engañe a gente humilde haciendoles creer que aqui, en España, todo es oro, cuando no es asi. Aqui hay tanto sinverguenza o mas como en cualquier otro sitio, y nada se regala.
Gracias de nuevo, amiga, y un saludo a ti y a tu bella tierra (...ojala pudiese viajar, pero aquello esta bien lejos). Un abrazo.

mcjara dijo...

Nunca me cansaré de leer este cuento, nunca. De todos los relatos tristes que has escrito lo considero el más bello. Tristemente bello. La esperanza de la gente es a veces la divisa con la que invierten algunos, la bota con la que les pisan el cuello.
Yo también tengo una amiga colombiana. Es más que trabajadora, también emprendedora y decidida.

Manuel dijo...

Esa es la brutalidad de hoy. Es una forma más de robarle las ilusiones a la gente. Hay gente que le importa un pimiento enviar a otro al "cielo".
Me pregunto cuántas personas como la que describes no está ya en Madrid y aún no han encontrado ese cielo.

Un abrazo.